29-12-2019
Existir en el texto
Marguerite
Duras, Écrire, Gallimard, Paris 1993
Esta pequeña
obra es el testamento literario de Marguerite Duras. En ella habla del lugar de
su escritura: la soledad, la soledad de la escritora que fue, en el entorno de
su casa de Neauphle-le-Château, donde escribió muchas de sus obras.
Escribir,
para ella, era enfrentarse a la soledad en el trabajo de la escritura. Un acto
de autodescubrimiento, “llegar a saber lo que escribiría si escribiese”. Y esa
ignorancia se colma en la obra acabada y en el trabajo de escribir desde la soledad,
de enfrentarse con uno mismo a través del texto, del lenguaje, que a la vez
revela y oscurece el sentido y la consciencia.
Al mismo
tiempo cuenta sus estancias en esta casa de campo, describe el lugar, narra
anécdotas reveladoras, expresa sus angustias, todo ello en un lenguaje poético,
como una confesión en primera persona. Reconoce que la escritura nunca le ha
faltado, le ha sido fiel, ha sido su tabla de salvación. Sin ella no sabría que
hubiera sido de ella, la constituye tal como es.
Podríamos
decir que este texto es el mejor ejemplo de la metáfora que dice que somos
hablados por el lenguaje, la lengua nos hace ser lo que somos, pues nombrar es
de alguna forma permitir que la existencia se cumpla.
La raíz de
su escritura es la soledad: “La soledad, quiere decir: o la muerte o el libro”,
la pasión se convierte en la pasión de escribir. Pero la escritura es algo que
siente prohibido para la mujer que es, por eso oculta sus textos a sus amantes,
pues entiende que un hombre no tolera que una mujer escriba.
23-12-2019
La historia como autodescubrimiento
Peter
Handke, Carta breve para un largo adiós, Alianza Editorial, 3ª Edición
Madrid 2017
Escrita a
los 29 años, esta novela de Peter Handke, Premio Nobel de literatura en 2019,
es una obra de su primera época que dio un aire fresco y renovador a la literatura
en lengua alemana. Es como un libro de viaje por Norteamérica, en la que se
atraviesa el país de la costa Este al Oeste, en una huida, o a la vez
persecución de Judith, una actriz, la mujer de la que se había separado, y cuya
breve carta de despedida da título a la obra.
Siendo una
experiencia autobiográfica, la historia está contada como una obra de la beat
generation, en el camino, desde un narrador protagonista extrañado,
alucinado, dominado por sus emociones muchas veces caóticas, pero a la vez muy
lúcido y con destellos de iluminación que se van alternando con otros de
marasmo.
La obra
tiene ya los elementos esenciales de la narrativa de Peter Handke, una forma de
contar eminentemente descriptiva, una instalación cinematográfica ante la vida,
donde el cine juega un papel esencial, no en vano la novela concluye en casa de
John Ford, en California, y el entretexto de otra novela, que el protagonista
autobiográfico va leyendo como espejo de sí mismo: Enrique el Verde.
Pero además
nos ofrece el paisaje y la vida cotidiana de una Norteamérica desconocida por
los europeos del momento, a la vez penosa y heroica, completamente ensimismada.
Porque las novelas de Peter Handke son ante todo libros de viajes por el
paisaje y la cultura de los pueblos, siempre extraños y a la vez reveladores.
Viajes vividos y narrados por un protagonista autobiográfico, que va buscándose
a sí mismo en la alteridad del paisaje, la cultura y las costumbres de los
otros. Hay un reconocimiento tácito de que los otros y su instalación
geográfica y cultural son proyecciones alucinadas de uno mismo, que siempre es
el mayor desconocido.
18-12-2019
Una invitación al estado de presencia