13-07-2010
El deseo de desaparecer
La problemática de la identidad como conjunto de rasgos que nos circunscrible y limita es la materia literaria sobre la que se construye esta amplia novela, en la que el narrador, llevado por su deseo de desaperecer renuncia a los atributos que le confieren los demás y asume otras apariencias públicas y privadas, huyendo siempre de la limitación empobrecedora.
Podríamos decir también que es la novela de una calle de París, la rue Vaneau lugar de donde parte la historia y a la que confluye siempre en una urdimbre de casualidades significativas.
Juega también a recrear el mito del escritor que desaparece de la vista de los demás, y en ella se citan otros Salinger menos conocidos pero igualmente llevados por el ansia de una libertad que se escape al control del otro, de los otros.
Lo que ocurre es que los otros son también uno mismo y a este es difícil escapar, salvo por la renuncia a todo, incluso a sí mismo. Escribir para trasvestirse es otra forma de diluirse en el texto, de escribir para ausentarse.
07-07-2010
Gramática del texto creativo
La obra analiza todas las formas de creación humana, dotadas cada una de su gramática y de un lenguaje propio. Al igual que hablara Chomsky de la gramática como una facultad eminentemente humana asentada en la creatividad innata, todas las creaciones de los seres humanos, y el universo mismo, coinciden en su capacidad creativa. Pero esta creatividad no satisface o completa en los seres humanos el anhelo de creatividad, que solo se puede cumplir en la nada.
Así, pues, toda creación, por excelente que sea es la nostalgia de algo más, la propia nada creadora. Toda creación surge de la nada para demostrar que nada es superior a la nada engendradora.
Sobre estos presupuestos gira este amplio ensayo en el que George Steiner demuestra poseer una extraordinaria cultura artística, estética, filosófica y científica, y realiza en su obra una reflexión universal y creativa, o metacreadora.
05-07-2010
Texto sin fronteras
Esta obra es una síntesis y una recapitulación de muchas aportaciones teóricas y textuales de la experiencia de una conciencia sin las fronteras instituidas por los sentidos y por la mente. Lo que subyace a cualquier determinismo intelectual es la conciencia de unidad incondicionada en que consiste nuestro ser, nuestra realidad.
A esta experiencia se le ha llamado autorrelización y ha constituido todas las manifestaciones textuales de la "filosofía perenne" de la que dan testimonio todos los que la han vivido como experiencia real.
El universo es un tejido sin fronteras que se hace texto de muchas formas en muchas y obras y momentos. Pero todo es una ilusión de separación que no tiene realidad en sí misma, aunque venga reforzada por las categorías del lenguaje.
Muchas veces, la cultura es el inventario de todas las resistencias que aprendidas para impedir que esta conciencia de unidad sea una vivencia inmediata e incontestable. El presente, en lugar de ser el momento de la experiencia de realidad se convierte en la huida de esa experiencia.
De todas estas cosas habla Ken Wilber en esta y otras obras en las que recoge toda clase de testimonios y manifestaciones del hálito incontestable de la conciencia sin fronteras en la que hemos instalado toda clase de límites, exclusiones, negaciones y mentiras.
02-07-2010
Lectura interior
Este cuadro del pintor danés Vilhelm Hammershoi nos muestra un interior con un hombre leyendo de pie junto a la luz de la ventana.
Las escenas interiores de sus obras muestran una quietud sobria, un recogimiento interior anegado por la luz que entra por puertas y ventanas y le da a las estancias una luminosidad que las salva de su sencillez decorativa y de su monotonía.
Vila-Matas en su última novela (Dublinesca) muestra al protagonista que focaliza toda la atención de la obra, desde un narrador en tercera persona, como absorto en estados de ánimo que se ven reflejados en la obra de este pintor:
"En los cuadros de Hammershoi siempre está el pintor, con sus imágenes tenaces dando vueltas alrededor de su insistencia por los espacios vacíos en los que aparecentemente no sucede nada y, sin embargo, sucede mucho, aunque lo que pasa, a diferencia de lo que ocurre en cuadros de artistas como Edward Hopper por ejemplo, no puede llegar a cuajar nunca como material para novelistas ortodoxos. No hay acción en sus cuadros. Y a todos ellos, sin escepción, los impregna una actitud muy firme: tras la calma extrema y la inmovilidad, se percibe el acecho de un elemento indefinible y tal vez amenazador".