TEXTOS | 07-2007 archivos

Weblog de Manuel Cerezo Arriaza
↑ 08-2007

10-07-2007

DISCURSO PARADIGMÁTICO

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Este cuadro de Joachim Patinir San Cristobal recoge una escena religiosa muy común en la pintura de la época. La singularidad de esta obra está en el marco ambiental y paisajístico que, en este caso, pasa a ser lo más valioso.

El tema del paisaje con figura queda plasmado por medio de la valoración ante todo del paisaje como principal centro de interés, justificado ante la sensibilidad del momento por la presencia de la figura de San Cristobalón ayudando a vadear el río al niño Jesús.

Y esto da pie a desarrollar una gran panorámica, un gran plano general, con una amplísima y diáfana perspectiva en tres zonas, próxima, mediata y lejana.

La sensación de distancia se consigue mediante una perspeciva aérea y el empequeñecimiento de las cosas. En el tercer plano predominan los tonos azulados que impregnan el cielo, la tierra y el agua.

En el segundo plano hay ciudades y naturaleza minituarizada, un camino que se interna en la lejanía contribuye a crear esta extraordinaria sensación de profundidad en el paisaje.

En primer plano, las figuras, plantas y animales están tratadas con el máximo detallismo realista.

De esta manera el primer Renacimiento crea una visión armoniosa e idílica de la naturaleza y de la acción del hombre integrada en ella de forma pacífica y equilibrada.

La naturaleza es el marco en el que se desenvuelve la acción humana, con sus colinas, llanuras, vegetación, sobre los que el hombre ha creado casas y ciudades, así como explotaciones que no dañan a esta.

Esta visión idílica del hombre integrado en su mundo de forma consciente y benéfica es una manera de mostrar la ideología humanista, que sitúa al ser humano en el centro de la creación, como dueño y señor de las cosas, y administrador sensato de las mismas.

Esta visión idílica propia del Renacimiento aparece en los textos poéticos y pictóricos, lugares de encuentro y de reflexión de los nuevos paradigmas naturalistas y humanistas, alejados de la concepción medieval y teológica del pecado.

Y es que la ideología se textualiza, se entreteje en los discursos verbales o plásticos para propagarse y triunfar en la conciencia de las gentes.

09-07-2007

LA POÉTICA PICTÓRICA

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Esta obra de Joachim Patinir El paso de la Laguna Estigia es una muestra excelente de la creación del paisaje por parte de los pintores renacentistas. Un paisaje diáfano crea una perspectiva profunda en la que se incluye la figura mitológica de Caronte, motivo anecdótico de la obra.

En medio de la travesía transporta un alma hacia la orilla del infierno, dejando a la izquierda los binaventurados Campos Elíseos.

Asombra en la composición la nitidez y el realismo de los elementos del paisaje, el gusto con que refleja rocas, vegetación, árboles y frutos, dándole un valor propio a cada elemento, si bien los integra todos en la composición, dándole coherencia al detalle.

La precisión con que pinta los colores y tonalidades del agua de la laguna le dan una extraordinaria verosimilitud al paisaje. Las nubes de ambas orillas aparecen en proporción al contenido simbólico que contienen. El infierno aparece representado mediante ese fuego volcánico que sale de la cueva, guardada por el Cancerbero.

En contrapunto, los ángeles representan la belleza y la armonía de los bienaventurados.

El paisaje está aquí todavía al servicio de un contenido mitológico y moral, no ha conseguido emanciparse como género autónomo, prescindiendo de las figuras simbólicas. Habrá que esperar a una nueva generación de pintores para poder disfrutar de paisajes valorados en sí mismos y ajenos a toda pretensión ética o religiosa.

En todo caso, se está celebrando en esta obra el potencial estético de la pintura, que superaba, a juicio de Horacio, a la poesía en capacidad de representación.

Y es que el texto se vierte y se conforma en variados lenguajes y artificios, dando cada uno una particular proyección de la realidad que realiza la obra.

Este texto es leído en una doble clave, visual, como obra plástica, pero también literaria, como representación de un mito.

Podríamos ignorar el mito, extrañar a Caronte, y disfrutar del paisaje, que tendría pleno sentido sin las figuras que aparentan justificar su presencia.

Esa abstracción la tendrán que hacer los paisajistas y natualista del barroco, entre otros los propios pintores flamencos.

↓ 06-2007