TEXTOS | ILUSIÓN REPRESENTATIVA

Weblog de Manuel Cerezo Arriaza

Thu 28-12-2006 10:25 AM

ILUSIÓN REPRESENTATIVA

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Esta obra de Juan Gris "El libro" (1913) es un claro ejemplo de la concepción artística de esta primera vanguardia que fue el cubismo en la pintura. Rompe con la perspectiva como modo de representación institucional creado en el Renacimiento, que pretendía darle verosimilitud a lo representado. Ahora, después de la invención de los procedimientos mecánicos de reproducción visual (fotografía y cine) un arte basado en la supuesta fidelidad a lo real dejaba de tener sentido.

Por eso el arte tiene que buscar una diferencia y una autonomía, y empieza por romper uno de los cánones representativos, pero mantiene los motivos (bodegones, figuras, paisajes), eso sí transformados en su apariencia representativa.

El cubismo adopta el punto de vista múltiple en la visión del objeto. Observemos como en esta obra se superponen sobre un plano visiones parciales del libro visto desde arriba y desde un ángulo recto, con las copas vistas también en ángulo recto, mientras que la mesa aparece en un ángulo cenital al igual que el libro sobre la que reposa. La pared de fondo es otro plano recto y frontal, pero desde una angulación recta. Los objetos aparecen cortados verticalmente, como si el motivo estuviera fragmentado a través de un imaginario bisel.

Esta propuesta extrañadora de un orden visual asentado en un orden social desigual es en sí misma una propuesta que revoluciona la visión del mundo y cuestiona su estabilidad.

El resultado en este caso es el libro abierto, otro icono de la civilización de la que se parte, disponible para la lectura, para la información y el conocimiento, pero al mismo tiempo velado parcialmente, fragmentado, desajustado.

Y la propuesta visual es simbólica e interpretable. El conocimiento intelectual, libresco, que ilusoriamente ordena el mundo en un discurso interior, lingüístico, es deconstruido. Esa ilusión de orden discursivo, lineal, ordenado enunciativamente, componiendo un texto coherente y cohesionado, disponible hacia un lector instruido en la navegación por sus páginas, puede ser problematizada, discutida, alterada, para sugerir la apariencia e ilusoriedad de la coherencia del texto.

La confianza en el libro, muchas veces sagrado, que muestran los cuadros de Rembrandt, en que tantas veces aparecen personas atentas a gruesos infolios, se quiebra en esta obra, donde el libro es también alterado y descompuesto.

Pues el texto visual puede ser coherente de otra forma, formulando otras propuestas creativas, desanclando la visión de un modo institucional y dogmático, abriendo el entendimiento a la perspectiva múltiple y a la pluralidad de puntos de vista.

Y así, el plano, el recipiente mismo de la obra plástica, no hay que desmentirlo, ocultarlo, falsearlo ilusoriamente, ya que es el formato sobre el que se inscribe la imagen. El plano es una buena superficie en la que inscribir la visión fragmentada de los objetos, y abrir un nuevo discurso representativo, el del cubismo, cuya propuesta acaba fosilizándose también en un procedimiento repetitivo, tan convencional como el renacentista.

Por ello, la conclusión a que llegamos es que todo modo de reproducción icónica de la realidad es fingido e ilusorio, utilice los procedimientos que utilice, pero en su propuesta subyace la concepción misma que lo sustenta, reforzar la apariencia, en el Renacimiento, o problematizar la apariencia, en las vanguardias figurativas.

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