20-09-2024
La invención de la propia vida
Romain Gary, La promesa del alba. Traducción de Noemí Sobregués. Gallimard 1960. Debolsillo 2024
Esta autobiografía novelada del autor y de su madre, ambos judíos lituanos, la escribe Romain Gary en un momento en que ya se ha cumplido la promesa de esta de convertir a su hijo en artista, héroe de guerra y diplomático de un país, de una lengua y de una cultura, la francesa, a la que siempre había admirado y querido asumir como propias, sacrificando para ello toda su vida hasta el límite de su existencia.
Como ocurre en todas sus obras, el relato va ganando en intensidad y dramatismo hasta el final, en que se produce un desenlace inesperado e imprevisto, lo cual mantiene en vilo la atención y la curiosidad de los lectores, superando en cada peripecia lo anteriormente narrado.
Tal vez el logro, la grandeza y también el resultado patético de la existencia de Romain Gary se debe a ese empeño ilimitado de su madre, al que él se puso al servicio de forma incondicional, sin poder distinguir qué ha sido en su vida un destino prefigurado por otra persona o qué es debido al desenvolvimiento de lo elegido libremente por él mismo, cuando en su literatura y en su propia vida enarboló siempre la bandera de la libertad.
Leer hoy las obras de Romain Gary o de Émile Ajar o de cualquiera de sus heterónimos nos permite conocer y reconstruir con una gran perspectiva histórica los momentos cruciales que le tocaron vivir y de los que en cierto modo fue un superviviente destacado y al mismo tiempo una víctima tardía.
Para el lector o lectora constituyen sin duda aventuras impresionantes que le dan una intensidad que difícilmente podremos encontrar en la literatura postmoderna, pues en ella se juega la esencia del ser humano, a diferencia de la casual circunstancia que el relativismo vuelve intrascendente en la posmodernidad. No en vano esta es una de las obrás de Romain Gary que siguen siendo más leídas.
05-09-2024
La vida como proyecto de escritura
Romain Gary (Émile Ajar), La vie devant soi. Folio, Mercurio de Francia 1975
Con esta novela ganó Romain Gary el Premio Goncourt por segunda vez, pues estaba firmada con otro nombre, el de Émile Ajar, con el que publicó cuatro novelas, un premio que solo se concede por una sola vez. Lo cual supuso una desacreditación de la crítica literaria burguesa, que no había sido capaz de adivinar la auténtica autoría de la obra.
Realmente es una novela que atrapa a su lector desde el principio, gracias a la sugestiva inteligencia del narrador protagonista, Momo, un joven musulmán que dice tener diez años y vive como pupilo en casa de una señora judía, Madame Rosa, a la cual defiende y admira, pues había desempeñado para él el papel de madre, y la cuida hasta su hora final, y la conduce a un refugio clandestino que había en el sótano del edificio donde vivían. Habitaban en la sexta planta, a la que Madame Rosa accedía con enormes dificultades debido a su edad y a su gordura. Esta señora había sido prostituta en su juventud, después de haber podido sobrevivir a un campo de concentración en la Alemania nazi y ahora cuidada a los hijos nacidos de compañeras de ese gremio.
Momo está continuamente relatando, de instante en instante, cada momento de su azarosa vida, como hijo de padres desconocidos para él, hasta el momento en que descubre quiénes eran y su auténtica edad, los catorce años. Se dirige a menudo a los oyentes o lectores de su relato justificando sus acciones y se presenta como un filósofo de la vida, que aspira a escribir una novela, Los miserables, a imitación de Víctor Hugo, en realidad no la escribe, pero sí la cuenta y la protagoniza por su modo de vida.
Es un héroe picaresco, pero no malicioso, solo trata de abrirse camino en la vida que tiene por delante y sobrevivir, hasta el momento en que muere Madame Rosa, en que se queda solo y prefiere morir con ella a seguir viviendo.
Realmente Romain Gary elabora una historia que constituye una sátira del racismo y la xenofobia de la burguesía francesa de los años setenta del siglo pasado, contando una historia que pone en evidencia a los judíos, a los musulmanes y a los negros africanos, sin papeles, que viven el barrio parisino de Belleville. Con ello se ganó la admiración de la crítica burguesa que suponía que la novela había sido escrita por un joven y fresco novelista desconocido.
Pero independientemente de esta finalidad, la novela tiene valores humanos y literarios innegables de una actualidad permanente, que causa la admiración de los lectores inteligentes y libres de prejuicios.