TEXTOS | La historia como descubrimiento

Weblog de Manuel Cerezo Arriaza

Tue 29-03-2011 09:57 AM

La historia como descubrimiento

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Escribir es una forma de conocimiento, escribiendo el autor descubre la historia que trata de contar, o tal vez la historia se va generando a sí misma desde el núcleo de su narratividad o desde el discurso que la instituye.

Muchos escritores, como Vila-Matas y Javier Marías, han acabado confesando que no tienen una historia antes de ponerse a escribir -en todo caso parten de una nebulosa de incertidumbres-, y la historia va surgiéndose, se va haciendo a sí misma a medida en que practican la escritura.

Así el autor se pone al servicio de la génesis de su obra, hasta convertir este genotexto inaugural en el fenotexto final que se atreven a entregar al público. Y lo hacen a veces como una liberación, como el que se libra de un peso y ha conseguido evitar que la historia acabe devorándolos.

Con esta obra Vila-Matas emprende el relato del viaje sin retorno, al que se entrega el personaje, un septuagenario que huye de la vida que ha llevado, pero tampoco tiene un lugar o destino al que acudir. Y así la vida es un equilibrio entre la supervivencia y el suicidio, que andando por el filo de la navaja permite vivir con toda la intensidad que la rutina de su existencia le había impedido gozar.

El personaje aprende ahora a vivir, como si fuera un joven, la vida que no ha sabido o no ha podido llevar, y al menos descubre con lucidez los mitos en que ha vivido y que le han impedido reconocerse.

El viaje vertical es el viaje hacia sí mismo, el retorno interior, la apuesta por dejar atrás todas las mentiras. Ese viaje lo vive el personaje como el hundimiento hacia el fondo del mar, como se hundió la Atlántida, buscando el "país donde las cosas no tienen nombre y donde no hay dioses, no hay hombres, no hay mundo, sólo el abismo del fondo".    

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