TEXTOS | La narración de la subjetividad

Weblog de Manuel Cerezo Arriaza

Fri 05-02-2010 09:56 AM

La narración de la subjetividad

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Antonio Muñoz Molina, La noche de los tiempos, Barcelona, Seix-Barral, 2009, pág. 203-04, capít. 9

Esta extensa novela, la última entrega literaria de Muñoz Molina, una obra de casi mil páginas, consiste en un largo relato construido en estilo indirecto libre, por un narrador minucioso, obsesionado por dar cuenta con precisión de las sensaciones, sentimientos y recuerdos de su personaje, un arquitecto que huye de la guerra civil y busca encontrarse con su amante en Nueva York.

Esta intimidad psíquica del personaje, a través del cual se focaliza toda la historia, sirve también para reconstruir el ambiente y las circunstancias que acompañaron la guerra civil, esa noche de los tiempos, en la que el individuo quedaba anulado por los intereses del poder y su violencia.

Por otra parte es una novela de viaje, que empieza en la estación de Pensilvania, destino final del exiliado, pero que reitera mucho los pasajes de un viaje prolongado por diversos escenarios. El viaje es la experiencia de la mayor intimidad con uno mismo, sobre todo cuando el viajero viaja solo, como le ocurre también al viajero de La Modificación de Michel Butor. Y estos recuerdos son el material literario de un narrador omnisciente que escucha atentamente y relata este monólogo interior. 

De esta forma la novela es la historia poética de una sensibilidad personal, herida y maltratada por el ambiente, pero que trata de sobreponerse y mantenerse entera, a pesar de todo.

La narración es en gran parte descriptiva, con abundantes series de adjetivos que quieren dejar muy enfatizado el matiz destacado en cada momento. Ello da al texto una morosidad proustiana y constituye una prueba de paciencia, o de deleite, para el lector modelo de esta espesa historia, en la que lo subjetivo se va entretejiendo desde dentro, con lo histórico y social, entendido desde la denuncia de una conciencia ilustrada. Esta noche de los tiempos tiene, al parecer, su día de luz en el presente de un narrador que no se muestra nunca.

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