TEXTOS | EL RELATO REVELADOR

Weblog de Manuel Cerezo Arriaza

Tue 05-09-2006 08:13 PM

EL RELATO REVELADOR

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Antonio Muñoz Molina, El viento de la Luna, Barcelona, Seix Barral, 2006

Es este un relato de la vida del autor en su pueblo natal durante su primera adolescencia, cuando tenía 13 años, en aquel julio en que el hombre llegó a la Luna, la engendradora de todos los sueños. Mágina (como fueron para otros novelistas Vetusta, Marineda o Pilares) es el escenario de la historia, un fantónimo, que ya ha aparecido en varias de sus obras. En esta novela vuelve a la historia personal encuadrada en la historia de su familia y de la ciudad, tema recurrente de algunas de sus novelas.

Uno de los presupuestos de género establece que la novela desarrolle un contenido ficcional que el lector recibirá como real, al internarse en la ilusión narrativa. En el caso de esta novela, y de otras escritas por Muñoz Molina, a partir Sefarad (2001), se invierte el proceso, y la historia real es recibida por el lector como ficción, como relato narrativo.

Sin embargo, esta inversión de lo real en ficción no resta interés ni sentido a su obra. Podríamos decir que incluso opera como un atractivo añadido, aunque una novela no cautive a sus lectores porque lo que cuente sea real, sino por el efecto de realidad que produzca, por su verosimilitud.

Y esta historia personal contiene suficiente verosimilitud como para cumplir ese requisito novelístico, pero esta verosimilitud no es el resultado de una invención eficaz, sino el producto de un relato que se atiene no tanto a los hechos mismos como a visión personal y vivencial del que los cuenta, siempre en estos casos un narrador en gran medida autodiegético, que esta ejerciendo su autoaprendizaje de la vida.

Y esta historia real, que contiene muchos elementos de crónica social del franquismo, resulta tan verosímil y tan fiel que no puede entenderse del todo sino operamos sobre ella los beneficios de la ficción. No podría ser más auténtica la historia si fuera inventada, ni podría ser más eficaz el relato si fuera producto de la fantasía.

Y así resulta que el relato vuelve a sus orígenes de crónica de la realidad vivida, vista desde la distancia y la nostalgia, desde el hoy engreído y autosuficiente que la torna en una especial y tierna verdad. 

Lo que se cuenta es tan real que solo puede resultar fantástico, porque si bien es lo que ha ocurrido no puede haber sido más que el producto de un sueño, a veces de un mal sueño. ¿Pero acaso no es la vida sueño?

Y ese sueño de la vida diaria de este joven, ser un astronauta, un viajero, un descubridor de mundos, que se evade imaginando las peripecias de los astronaturas, y se refugia en la lectura de los libros y en sus fantasías para escapar de una realidad que no sabe entender ni asumir, nos despierta a nosotros, lectores, del sueño con que vivimos ahora nuestra vida cotidiana, en la que no hay menos mitos ni menos fantasías o anhelos que los que tuviera este adolescente perplejo.

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